El Humedal Chaco tiene 508 mil hectáreas que han sido declarados sitio Ramsar. Es decir, tienen protección internacional por su valor esencial para la humanidad. 
En Chaco, los humedales forman parte de nuestro ecosistema y nuestras vidas. Son  proveedores de agua y albergan una gran biodiversidad. Tienen una función de esponja y, en las épocas de grandes lluvias, retienen el agua evitando las inundaciones. Además, quitan el carbono del aire, purificándolo. 

Sin embargo, los humedales de Chaco peligran. El monte que los contiene, peligra.
Se mata el monte para que avance la frontera agropecuaria; ganadería y soja que en gran medida se exportan a Asia y Europa. No se trata de huertas o chacras familiares, sino de latifundios del tamaño de ciudades enteras (miles de hectáreas) que pertenecen a sociedades anónimas o empresas monopólicas del agronegocio como Vicentin, AGD, Cofco, Bunge, Cargill, Dreyfus, Glencore y otros.

El desmonte implica la eliminación de enormes áreas de bosques mediante el «cadeneo», una cadena inmensa, arrastrada por dos topadoras, que arrancan y quiebra árboles centenarios como si fuesen papel. Luego se junta lo que queda en el piso y se le da fuego.

Y entonces llegan los incendios, las sequías, las inundaciones, las enfermedades, la muerte. Desaparecen especies, se desalojan comunidades campesinas e indígenas, se pierden alimentos, maderas y medicinas; y el calor  aumenta y no termina. 

Este desmonte ha llevado a la muerte a cientos de kilómetros de humedales, agua necesaria para la vida, no sólo del bosque y sus habitantes, sino de la humanidad toda

“El monte y el agua también quieren libertad” es un proyecto fotográfico que continúa en proceso, que pretende retratar parte del monte y los humedales de Chaco que hoy peligran; y el vínculo entre ellos y las poblaciones que los habitan.

Paula Souilhe- Fotoperiodismo II- ARGRA Escuela